domingo, 17 de diciembre de 2017


La fisioterapia neurológica es la rama de la fisioterapia que trata las patologías del sistema nervioso central

 o periférico, producidas por causas congénitas o adquiridas, con consecuencias en cuanto al movimiento, la postura o el equilibrio. Padecer disfunciones de este tipo puede generar importantes inconvenientes en el desarrollo de una vida autónoma, reduciéndose la independencia del enfermo a la hora de realizar cualquier actividad cotidiana.
Por desgracia el porcentaje de pacientes, tanto de niños como adultos, que desarrollan  enfermedades de tipo neurológico o sufren percances que las desencadenan ha ido creciendo en los últimos años, y se prevé que siga aumentando en las próximas décadas. A pesar de ello, cada día existe mayor concienciación al respecto y, en consecuencia, una mayor implicación científica.
Las patologías de tipo neurológico representan un grupo heterogéneo de afecciones con diferente incidencia. Algunas de  ellas son la parálisis cerebral, la lesión de médula, la ELA, la espina bífida o el párkinson; esta última con más de 150.000 pacientes diagnosticados en nuestro país.

El objetivo del fisioterapeuta especializado en estos casos, por lo tanto, será mejorar en lo posible la autonomía e independencia de los afectados, trabajando sobre los síntomas adversos propios de cada afección, como la espasticidad, los temblores, la fatiga, el mareo, las dificultades en la marcha,  la estabilidad o  la postura; en definitiva,  mejorar la calidad de vida del quienes sufren este tipo de enfermedades. Para ello tiene a su alcance diferentes herramientas; en este caso, los tratamientos y ejercicios Kabat,  Vojta o Bobath, entre otros, con diferentes resultados y aplicación.
La labor del profesional de la fisioterapia en este campo es compleja; debe partir de un concepto global y multidisciplinar, valorándose la respuesta tanto de los aspectos cognitivos o emocionales, como de los de naturaleza motora. Deberá valorar, al mismo tiempo, las capacidades del paciente y acordar, en lo posible, con este o su familia los objetivos que se pretenderán conseguir antes de abordar cualquier posible tratamiento.
En este sentido, es imprescindible la implicación conjunta en la terapia, pero también lo es la personalización que el profesional debe hacer de cada elemento utilizado a la hora de aplicarlo al paciente. Algo que tampoco debe olvidarse para conseguir resultados positivos es trabajar la empatía. En este sentido, deberemos crear un clima de confianza, tranquilidad, optimismo y comodidad propicio para que se aprovechen al máximo los beneficios del tratamiento; un hecho realmente diferenciador cuando se trata de niños.
Según diferentes estudios, el cerebro alcanza su mayor grado de plasticidad durante el periodo de 0 a 6 años, pero no desaparece nunca. Es precisamente esta capacidad la que fundamenta la labor de rehabilitación y será durante esa etapa cuando cobre mayor importancia. La urgencia a la hora de iniciar un tratamiento, así como la continuidad en el tiempo de este influirán notablemente en la recuperación de las funciones. Es por ello necesario concienciar sobre la necesidad de atención temprana, especialmente cuando se trata de niños.

Responder al cómo o cuándo aplicar las técnicas para prestar un servicio adaptado a cada caso implica un trabajo de actualización y aprendizaje constante del profesional de la fisioterapia; un compromiso de gran importancia para ayudar a recuperar en lo posible la autonomía de pacientes con patologías tan limitadoras como estas.

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